domingo, 11 de marzo de 2007

Ana y los topos



Desde un balcón perfumado con geranios,
mira la vida Ana.
Vé azoteas y antenas apiñadas
y tras ella huele la marisma.
Su lencería tendida,
oreada al aire del Conquero,
cabezos de albero.
Novelas por edredón comparten sus horas.
Tiene un reloj de cuco... ¡cu-cu, cu-cu!
Las dos... dos horas sola como la una.
Dos lunas para un pequeño horizonte, es...
demasiada luz para un topo torpe.
Un topo que sólo quiere vivir entre geranios
y que nació como todos los topos... en Marte.

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