El monstruo de mi armario,
el de los ojos rojos,
parece que está hambriento.
Primero se comió los clacetines a rombos
y las medias de fantasía.
Luego...
se tragó mi sueño y el dormir desnuda.
Ahora se hace notar con gruñidos
y no encuentro mi corazón de cartón-piedra.
He cerrado con cerrojos las puertas,
he guardado los tesoros que me quedan
dentro del payaso de sonrisa triste...
y... como el miedo vive en el armario,
tras su puerta,
me he olvidado de que existe
llevando toda mi ropa puesta.
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