Caminas soltando plumas como un ángel,
amparando a la llanura desierta con cánticos blancos.
Sigilosa, entre guiones y paréntesis,
felina y mimosa.
Cama donde duerme la tormenta cuando calla.
Nido de gritos roncos, ebrios de ópera
estáticos como girasoles de óleo.
Amaina el huracán entre las faldas de la gran montaña de la calma.
Escondite de la luna cuando nadie le ladra.
Hueco del vientre de la madre del eco...
imagen de una voz en un espejo.
Regalo del alma,
que desnuda la furia, el miedo, la rabia.
Pasadizo secreto que lleva,
a los brazos de Amaltea.
nodriza que arropa entre la niebla.
¿Y la Calma... está bravía?
La calma duerme en babia
en la noche baila y llora de día.
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