Lloraba triste, Thais. Gritaba a los vientos del olimpo, a las llamas del rojo Tártaro.
"Tengo en mi cuerpo el néctar, la ambrosía, tengo la belleza de Afrodita... pero tú no me deseas. He embrujado a reyes que han quemado tierras por mi simple deseo... pero tú no me deseas.
Si yo pudiera pedirte que me amaras y tu pudieras complacerme... Amarme sin materia. Amar la pequeña mujer que soy a tu lado. que quiere hacerse grande para merecerte.
Si me dieran los Dioses una luz especial que haga que me mires... que me alumbre y me haga bella a tus ojos... Bella sin materia. Yo a cambio daría mis recuerdos felices , mi esperanza. Es mas grande mi amor que mi Yo entero. Si para él soy nadie... nadie quiero ser. "
Y caía muerta, porque no se puede vivir sin recuerdos felices y sin esperanza... mientras él, embrujado por los Dioses, corría hasta una luz que veía en la lejanía, con el corazón saliéndole del pecho y el estomago asustado.
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