El encantador de horas

Me pregunto si tendrás lágrimas mías guardadas.

No sé como es la caja donde guardas todos tus secretos, ni sé, si es la misma en la que guardas los mios.

Quizá nuestros secretos estén juntos y esa sea la razón por la cual tengo esta querencia.

Sé que me amas a ratos... cuando te das cuenta que no soy mas que las palabras que digo sin vergüenza, o... dándote mi vergüenza como un tesoro, que quiero que poseas.

No sé si tienes un nombre de Dios o de esclavo, si has vivido otras vidas que te dan ese espíritu tan grande que cuesta encontrarle un sitio donde quepa.

Me despierto por la mañana y pienso en ti, como primer pensamiento del día, como tarea pendiente... y creo que eres el libro que más me ha gustado desde que me gustan los libros.

Abro la primera página y la ansiedad me llena de incógnitas mi cabecita loca. Quiero saber que cuentas, pero no quiero que se acabe nunca... pero un libro se compone de equis páginas... y se mezcla la prisa con la futura nostalgia y no quiero... no quiero que tengas un sitio en el cementerio de los libros leídos.

Vas caminando y yo como una niña, juego a copiar tus pasos... izquierda, derecha, izquierda derecha izquierda...

Y las ganas de cantarte canciones de desamor y de olvidos se me acumulan en el desván desordenado... y me digo... no digas nada.

Voy al baño y veo que has venido conmigo... y estas en las locetas mates amarillas y blancas... luego, me muevo para los lados y veo que sigues el mismo movimiento... como mi imagen en el reflejo.

Me siento delante de ti, mirando hacia los lados, como si no te viera, porque sé que tienes mi galleta y disimulo mi ganas de comerla... y espero y espero y espero... tengo paciencia.

Pero sé que me amas a ratos y siempre me guardas un regalo... que me darás cuando quieras, que será justo. cuando, cansada, piense, que esta vez, no me traes nada.