Siempre has sido tan fiel, tan grácil, tan esbelto.
En tus venas, corría la tinta como el buen vino en las bacanales.
Tu corona mordida... oh mi Príncipe, yo no quería pluma, no quería Princesas.
Ya no encierro tu reino entre mis dedos... ya no ensucias mis manos de plebeya.
Estos años, esta era del desencuentro... que no mancho celulosas con tu sangre,
que mis cuerdas vocales son 27... + 1, que uso para alzarme... siento que he perdido
el palacio en el que habitan... los grandes... escritores de antes.
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