La espiral de un ombligo
me hace mirar con el ojo de un cíclope.
Una gota de mercurio,
deslizante y plateada como un espejo,
que se une... quejicosa... al ciento.
Una escotilla abierta,
la única puerta de la esfera de cristal,
la que guarda agua y copos... que agitada,
hace girar la nieve.
Dando pasos de compás, circulando.
Un aro de humo,
saliendo de una boca, escondido,
rodando con ganas de saltar,
a la espiral de un ombligo.